miércoles, 18 de marzo de 2009

El sonido de la flauta


Era el punto más alto de un ciclo cuando se escucho la flauta de Darpan por primera vez en Londres. De todos los lugares de la ciudad, el puerto fue el elegido para iniciar su arte.
Había llegado de muy lejos, del otro lado del imperio, con intenciones de conocer a la que llamaban Emperatriz de la India. Los hombres del puerto se sintieron amenazados por el extraño. Pocos podían entender algo de su idioma o sus costumbres. Darpan apenas los miraba, sólo se sentaba a tocar su flauta acompañado de una cesta de mimbre. Encontró un lugar para descansar entre los fumadores de opio, quienes pagaban para oir su música mientras se hundían en las profundidades de la droga.
James Sima fue su amigo. Había llegado de la China en uno de los barcos usados para el narcotráfico hacía muchos años y allí se había establecido. Pasaron una temporada juntos cuando Darpan decidió partir en busca de su emperatriz. Sima lo vio irse como había llegado, erguido y humilde, solo con su cesta y su flauta.
Pasaron semanas sin noticias, sólo con la rutina abrumadora de los fumadores, hasta que la policía británica irrumpió en el salón.
Se llevaron a Sima sin hacer preguntas y lo condujeron a un calabozo oscuro. A lo lejos podía escuchar la música de Darpan y un susurro que erizaba su piel. Supo que su amigo estaba prisionero y deseaba verlo. Vió a Darpan sentado en el suelo de su celda, rodeado de docenas de serpientes.
Darpan despegó la flauta de sus labios lentamente y los animales detuvieron su danza. Me creen asesino, le dijo a su amigo. Mi pena es la muerte.
Vine de muy lejos a conocer al pueblo que esclaviza a mi gente. A pedir misericordia a una reina invisible. Pero un hombre solo no puede llegar muy lejos. De entre todas estas serpientes, sólo una es mi favorita, quiero que la lleves y cuides de ella. No tengas miedo pues no te atacará, enroscala en tu brazo bajo la manga de tu vestido y ellá sabrá quedarse quieta. Cuidala bien, pues para mi es sagrada. Y lleva mi Been contigo, aprende a tocarlo y complacerla. Tal vez encuentres la paz en el proceso. En este mundo extraño para mi sólo tu fuiste mi amigo y por eso te agradezco. Morire bajo el amor de mis serpientes, acariciado por su veneno, pues no quiero la muerte a manos de esta despiadada gente.
Sima se despidió de Darpan y le deseó suerte allá a donde fuera. Camino de vuelta, una niebla profunda invadió la ciudad.

1 comentario:

Pitarque dijo...

Saludos amigo Mati!